Está claro. Cuanto menos planeas algo mejor sale, o cuanto menos esperas de un día mejor resulta. Es por no decirlo del modo opuesto que es lo que todos ya sabemos (cuanto más planeas algo...).
El caso es que al contrario que numerosos amigos que consiguen unos envidiables días de excursión a hmmmm Quintanilla de la Moroma (de dudosa existencia, para googleros empedernidos) en los que acaban morenitos, con fotos dignas de los mejores books, y recordando las mejores chuletas de la existencia; mis amigas (vale puedo suavizarlo con una arroba mentirosa: amig@s) y yo jamás conseguimos irnos a pasar el día a algún sitio juntas. Cuando no son los novios, son los trabajos, u otros planes.
Jamás lo hemos conseguido. Si nos ponemos pejillosos hoy tampoco lo hemos conseguido porque Amparo esta con Emilio en Mónaco pero EHHH lo de hoy es mucho.
Hemos salido a las 10 de la mañana con dos mapas de carretera, el viejo coche de Marina, unas indicaciones copiadas anoche de Internet, un balón de fútbol (que Sam y yo encanastamos tras varios intentos) y una cometa (que ni intentamos montar ante la ausencia de aire) hacia el Lago de Anna, lago que solo yo había visitado varias veces en mi infancia con mi familia.
Hemos conseguido llegar. 2º logro del día. Y encima lo hemos pasado bien!
Hemos paseado, haciendo turnos ya que ni Marina ni Sam han pasado por pequeños, en barquita por el Lago; nos hemos hecho un reportaje fotográfico medianamente aceptable para nuestros álbumes; hemos tomado los primeros magnums del año -el de avellana se sale-; hemos paseado a rebajar los bocatas. Vale vale!! Estábamos buscando las cascadas esas pero mientras hemos Está claro. Cuanto menos planeas algo mejor sale, o cuanto menos esperas de un día mejor resulta. Es por no decirlo del modo opuesto que es lo que todos ya sabemos (cuanto más planeas algo...).
Al final hemos llegado a las cascadas, coche de por medio, hemos bajado, nos hemos maravillado de la naturaleza, hemos visto imágenes de anuncio de Fá, hemos medio escalado y finalmente hemos remojado los pies mientras descansábamos.
A las 18:00 ya estábamos en Valencia, mas rojit@s y contentos, porque por fin, hemos hecho algo juntas (Sam no cuenta en este caso, lo siento).
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