Esta semana empezó con, el lunes, el último capítulo de Como Conocí a Vuestra Madre, un capitulo doble que cerraba pequeños juegos que el espectador había intentado adivinar por si solo y el más grande de todos, que unos pocos habían adivinado. He leído de todo, pero me alegra poder tener mi propia opinión al respecto y no tener que defenderla, porque es lo que tienen las opiniones, que son algo propio nacido de dentro sin pensarlo dos veces y que nadie venga a que le razone. A mi me gustó, me emocionó y me hizo llorar. Es un poco despedir a unos viejos amigos que sabes que no volverás a ver si no es de manera repetida, nada de bromas nuevas, ninguna historia legen...wait for it...dary preparada para hacerme reir. Y por supuesto esa incógnita desvelada **ALERTA SPOILERS** esos años felices de Ted con Tracy y con sus hijos pero también esa segunda felicidad de Ted muy merecida con el amor de su vida. Y ese paraguas amarillo me ha dado siempre mucha envidia pero también esa trompeta azul. En general el amor.
Y ayer cambié llantos por carcajadas yendo al tercer y último día de esta edición de "La Fiesta del Cine", por 2'90 € a ver Ocho Apellidos Vascos. ¿Peliculón? quizá para la critica no, y hay momentos de la pelicula en los que intentas sacar la propia critica que llevas dentro diciendo "no era para tan..." pero de verdad, no puedes terminar de pensarlo, una cadena de escenas, comentarios, chascarrillos... un montón de topicazos-de-toda-la-vida muy bien aliñados por director/actores te lo impiden; a veces me perdí gracias por aun estar riéndome de la anterior. Como leí ayer, la risa es contagiosa, y en el cine a rebosar (como estaba la plazaaaaaa??? abarrotá!!) daba gusto compartir buen rollo a golpe de risa. Bendito contagio.
La risa y el llanto, al final, son salud. Lo malo es no hacer ni lo uno ni lo otro.
1 comentario:
Muy de acuerdo contigo :)
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