Soy Una Cab*ona Egoista

Cuando por fin alguien se porta conmigo como siempre he deseado, me ofrece su todo, me trata como nadie, es el poeta de los libros, el galán de película, me dedica los versos mas bellos, las palabras mas sentidas, me mira por fuera y me ve por dentro… cuando tengo a esa persona al alcance de mi mano… ¿qué hago?

Le digo no solo que no quiero que sea mi chico, le digo que no le quiero ni como amigo.

Le empujo, le grito, le muestro mi espalda, le rechazo, e intento herirle a propósito. Y aun le pregunto ¿ahora me odias? ¿me envías, por fin, donde me merezco?

Y él sigue ahí, sonriéndome, con un punto de dolor en lo profundo del ojo que intenta ocultar y con un mucho de dignidad y, de cabezonería y de cabeza alta. Y se niega a humillarme.

Y si por una de aquellas desaparece un rato de mi lado, me encojo, me enfado, me asusto, siento celos, siento pesar.

Pero el siempre vuelve, con tiritas en el corazón y la sonrisa en los labios, esos que me descubrieron que para mi también existía “ese” mundo.

Y ahí sigo yo, sin coger el universo con su sol, luna y estrellas, que pone a mi alcance cada día.

Rogando que me olvide y llorando por la perdida que sufriré ese día.